PEDRO DE ALVARADO VIOLA A LA MADRE DE XÓCHITL Yo Amé a Pedro de Alvarado 3

© condiciones al final

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NOTA: Estas regresiones a la encarnación de Xóchitl no las publico en forma cronológica de aquella vida, sino de acuerdo como las fui teniendo y la numeración es el orden de las publicaciones.

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PEDRO VIOLA A CITLALLI Y SALVA A XÓCHITL

 

Esta es otra regresión espontánea, viendo todo desde afuera, como si fuera una película, cuando aún estábamos mi alma gemela/operador y yo en Oaxaca, pero no anotamos la fecha ni las circunstancias, mi operador escribió todo lo que vi:

-Veo a Pedro de Alvarado [aún Tonatiúh para algunos indígenas], pasear por el borde de la acequia a un lado del palacio de Cortes, en lo que antes fue el Palacio de Moctezuma. Va distraído, ve a una joven indígena con un cesto de frutas en la cabeza y una niña de la mano. Se le antoja una fruta… y también la mujer; la recorre con la vista, era joven y de carnes duras, apretadas, como a él le gustan, se acerca a ella y la jala del brazo, tirándola al suelo, como era la costumbre de los conquistadores cuando querían violar a una indígena.

Ella se llama Citlalli, se defiende del español; llevaba un pequeño cuchillo en la cesta, para ofrecer una tajadita de su fruta a los «marchantes»; cuando Pedro la jala por un brazo para tirarla, su cesta también cae al suelo y el cuchillo queda muy cerca de su mano izquierda, mientras el español sube su falda, ella toma el cuchillo y con el mango le golpea la cabeza, él la suelta para llevarse la mano a la herida, ella se incorpora y lo golpea con la rodilla en los genitales, él se dobla por el dolor y ella le da otro golpe en la sien derecha.

La cabeza de Pedro está sangrando, pero eso a la vez que lo encoleriza, lo excita aun más y viola a la joven brutalmente, con lujo de violencia. Los indígenas que por ahí van pasando presencian la violación y no hacen nada; ya están acostumbrados a esas demostraciones de la «cultura superior» y “almas cristianas” de los conquistadores y saben que no pueden hacer nada para evitar esas humillaciones.

Xóchitl

-¿Alvarado Violó a Xóchitl?

-No, violó a la madre de Xóchitl.

-¿Y Xóchitl?

-Al agredirla Pedro, Citlalli soltó la mano de su hija (Xóchitl) y la chiquilla, medio muerta de miedo, se refugió encogida junto a la pared de la esquina, metiendo su carita entre sus bracitos, por lo que no vio la violación de su madre; está llorando cuando la levantan.

Los españoles marcaban a los indígenas con hierro candente

Los españoles marcaban a los indígenas con hierro candente

Uno de los soldados a los que el cruel Alvarado había ordenado que castigaran a la mujer por haber osado defenderse, la llevó junto a su madre cuando la estaban marcando en la cara con un hierro candente para acarrearla al norte como esclava; llenos de conmiseración, decidieron no marcar a la chiquilla en el rostro, sino en el brazo derecho; el hierro ya estaba nuevamente al rojo vivo y la chiquilla cerró los ojos al sentir el calor acercarse a su bracito, cuando Pedro les grita para que a ella no la marquen con el hierro.

Pedro de Alvarado conquistador de Mexico y Guatemala

Pedro de Alvarado conquistador de Mexico y Guatemala

Él se acerca cojeando y tratando de detener la hemorragia de su cabeza con la mano. Toma a la niña en brazos y Xóchitl aún asustada abre los ojos para ver a su salvador y ve unas barbas rubias, casi rojas y unos ojos verdes como chalchíhuitl que la miran intensamente. Esa cara y esa expresión se queda grabada muy profundo en el corazón de la niña, junto con el olor, mas fuerte que el de las cebollas que cultivaban sus tíos, allá en Xochimilco (ahorita siento el olor).

-¿Qué te provoca el recuerdo de ese olor?

-El olor de él, algo como amor y como deseo, raro. El de las cebollas, repulsión.

-¿Por qué?

-Deja ver… ahí pasan cosas más importantes, pasan muchas cosas en ambos, en sus sentimientos.

-Explora esos sentimientos y descríbelos.

-Pedro contempla a la niña con una mezcla de ternura, agrado y también miedo a ese calorcillo que empieza a sentir en su corazón, temor a ese sentimiento desconocido, que no es posible que una niña indígena provoque en él, sin embargo, ahí está, esa ternura, esa dulzura que le embarga desde que toma a la criatura en sus brazos. Puede llevarla a su casa como esclava, pero prefiere no hacerlo. Busca una solución con la mirada y ve a un indígena que está por ahí.

Le ofrece monedas de oro para que se lleve a Xóchitl a su casa, pues su madre va a ir a un lugar lejano. Lo responsabiliza con su vida por ella y le ordena que cuando tenga edad, se la lleve a Xochimilco para verla.

El indio comprendió a medias el discurso, pero sí entendió lo principal: cuidar a la niña y llevársela a Alvarado a su casa de Xochimilco cuando estuviera en edad; a cambio de eso estaba recibiendo una cantidad de dinero que para cualquier indígena significaba una fortuna.

José que “casualmente” era hermano de Citlalli y tío de Xóchitl se sintió muy feliz de que, aunque su hermana había sido violada por Pedro de Alvarado, Adelantado o encomendero de su propio pueblo -Xochimilco- y enviada a quién sabe donde, como esclava, su sobrina milagrosamente se había salvado [el mismo Alvarado dio la contraorden], y lo que era mejor, le había dado muchas monedas de oro para que la cuidara, cosa que de cualquier manera iba a tener que hacer, en caso de que no se la llevaran también.

Si el costo era guardarle a Xóchitl y llevársela para concubina cuando estuviera en edad de ser violada, esperaba que el español la tratara bien, lo cual era de esperarse si le había pagado una fortuna para que se la cuidara, sin saber que él era tío de la niña y que ambos vivían en Xochimilco, por lo tanto, el español tendría a la niña muy cerca.

Tomó a la niña de brazos de Alvarado y rápidamente y sin voltear, la lanzó a su trajinera para llevarla a Xochimilco.   Xóchitl cayó de bruces sobre las cebollas que su tío llevaba al mercado, todavía escuchando los alaridos de su madre por el dolor del hierro candente en su mejilla. La niña se asomó por la orilla de la trajinera y vio cómo encadenaban a su madre y la llevaban a empujones hacia algún lugar que la niña no podía imaginar. Su tío, temiendo que Alvarado cambiara de opinión, empujó la cara de la niña, que nuevamente quedó entre las cebollas, percibiendo el olor que después siempre le traería sensaciones desagradables, aunque ya no recordara por qué (esa es la explicación de que en esta vida aún odio el olor a cebolla, no lo soporto).

-Bien, continúa ¿qué pasa con Xóchitl?

-Xóchitl no tenia padre; había sido producto de otra violación de algún soldado español, pero tenía mas rasgos indígenas que blancos; los indios casi aceptaban a estos hijos mestizos, hijos de madres violadas, como si fueran indios puros, pero siempre sentían algún recelo hacia ellos.

Sin embargo, Citlalli amaba tiernamente a su hija, no le importaba que fuera bastarda, pues ella misma también lo era, había sido producto de un antojo de Cuitláhuac, hermano del Huey Tlatoani Moctezuma Ilhuicamina, durante un viaje en el que había pasado por Xochimilco y la madre de Citlalli le había llamado la atención.

 

Xóchitl, ¿concubina del encomendero de Xochimilco, Don Pedro de Alvarado?

Todos en el pueblo lo sabían y, por ser el padre quien era, le tenían un cierto respeto a la madre de Xóchitl; ahora la niña también iba a ser «especial», ya que estaba reservada para uno de los conquistadores más importantes, pues era el segundo al mando y además, dueño de Xochimilco, era conocido por los indígenas como Tonatiúh [dios sol], debido a su pelo y barba rubios, casi rojos; a pesar de su violencia, seguían llamándolo así.

-¿Pero qué pasa con Xóchitl?

-José llego con la niña a Xochimilco y les platicó a sus parientes lo sucedido. Acordaron hacer un consejo de familia para decidir que harían con Xóchitl.

Acuerdan seguir las órdenes de Alvarado, deciden que ya que Xóchitl es mestiza, no hay tanto inconveniente y cuando tenga edad será ofrecida al conquistador…

-¿No tuvieron problema con que Xóchitl fuera concubina de Pedro de Alvarado?

-Su tío José se consolaba pensando que por lo menos sabían que si el capitán Alvarado la quería para él, ningún español se atrevería a tocarla, y si había dado tanto dinero para que la cuidaran, podían esperar que fuera benévolo con ella.

Decidieron que Xóchitl se quedaría con José Tepictli y con su esposa Maria Tlazotlicíhuatl (esos son los nombres que mellegan) y que las monedas se guardarían enterradas en la chinampa del anciano del pueblo, para usarlo en caso de necesitarlo para pagar los impuestos que se les cobraban a los indios. En tal caso, el dinero regresaría a Alvarado, pero no perderían sus tierras. Aunque pensaban que si Xóchitl era su concubina, eso no seria muy probable.

La niña creció muy cuidada y sin ser obligada a efectuar todas las labores usuales de las mujeres y sin aprender todas sus limitaciones, pues daban por hecho que iba a vivir con el Adelantado y que no le haría falta el saber de las mujeres indígenas, salvo el saber curar, pues su tía era curandera y su madre también lo había sido; tampoco iba a tener que ajustarse al comportamiento y principios de los aztecas, ya que se tendría que acostumbrar a los de los españoles.

Su niñez transcurrió tranquilamente, ayudando a su tía en la casa y a su tío en la venta de cebollas, pues ellos no habían tenido hijos.

-¿En esa vida no odiabas las cebollas?

-Mmm, no, no me agradaban, pero no las odiaba, fue un recuerdo reprimido, que ha salido en esta encarnación. Ya estoy cansada.

Fin de la regresión.

 

Dado que mi operador no es psicoterapeuta, no hizo nada para quitarme ese aversión a las cebollas crudas, que aún padezco.

 

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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