Salvador Caballero y su esposa Petrita, ambos casi cincuentones, están en la sala de su casa contemplando embelesados a Margarita, su única hija de 5 años que está sentada en el suelo viendo un libro de cuentos. Margarita se levanta y va hacia sus padres, se recarga en las rodillas de Petrita y le dice:
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-Mamita, estoy muy aburrida.
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Los padres se miran y comentan:
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–Tenemos que hacerlo.
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Salvador y Petrita salen de la Agencia de Adopciones con una bebé. En el camino hacia su auto, mientras Petrita mira arrobada a su nueva bebé, como para justificar su acción, Salvador comenta:
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-Amor, después de 7 años de casados y sólo nuestra adorada Margarita de 5 años, era justo adoptar otra bebé.
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-Sí, corazón, sobre todo porque yo ya no puedo tener bebés y no es justo que Margarita se la pase sola, sin una hermanita con quien jugar; entonces, la adopción era nuestra única salida, para que Margarita no esté sola.
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-¿Y por fin por cuál nombre te decidiste? A mí me gusta más Ana.
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-Me decidí por Alicia y como soy la mamá…
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Salvador sólo ríe, porque siempre se hace lo que Petrita decide.
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Margarita a sus 5 años, ha sido más que consentida toda su vida, al fin hija única.
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Cuando sus padres llegan con Alicia, ella está en la sala viendo la TV.
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Al verlos llegar con la nueva bebé Margarita siente celos, porque va a dejar de ser la niñita consentida. Enfurruñada se sienta en el escalón de la puerta de la cocina. y se rehúsa a ir a ver a su hermanita.
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7 años después
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Cuando Margarita tiene 12 años y Alicia 7, Margarita maltrata mucho a su hermanita, cuando juegan en el patio (de vez en cuando se escucha el ruido de tráileres pasando por la calle), le pega, le jala las trenzas, la empuja, la corretea desde el patio hasta la sala y la maltrata todo lo que puede; cuando sus padres no están, la encierra en el clóset y le grita desde afuera:
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-Estúpida niñita, aunque todos digan que eres más bonita que yo, son puras mentiras, te lo dicen porque te tienen lástima porque tú no eres hija de mis papás, sino hija de un chofer de tráiler.
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La pequeña Alicia llora mucho cuando su hermana la encierra en el clóset y le dice eso.
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Cuando sus padres salen a cenar, mientras Margarita ve la TV, Alicia, llorando, tiene que lavar los trastes, que sus papás dejan dicho que laven las dos antes de ver TV.
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Margarita siempre fastidia y hace llorar a Alicia y en una ocasión estando ellas en la calle jugando, pasan dos tráileres y Margarita le dice, gritando para que los vecinos la oigan:
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-Mira Alicia, uno de esos choferes es tu papá.
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Alicia se mete corriendo y llorando, a la casa. La pobre niña sufre mucho a causa de su hermana.
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9 Años Después
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Margarita tiene 21 años y Alicia 16.
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Hace poco que quedaron huérfanas y la situación ha empeorado para Alicia, que funge como sirvienta-esclava de su hermana.
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Después de dos semanas de paz y tranquilidad para Alicia, Margarita llega a la casa con su flamante esposo, Carlos (30 años, atractivo y coqueto); regresan de su luna de miel, en jeans y camiseta y con mochilas y bolsas de dormir, cansados, pero felices, comentando que no hay mejor mes para viajar que octubre.
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Carlos toma a Margarita en sus brazos para atravesar el umbral de la sala, diciéndole:
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-Bueno mi vida, ahora ya no eres Margarita Caballero, sino Margarita Del Valle.
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-Oh, no, no, no, cariño, ahora soy Margarita Caballero de Del Valle – dice Margarita besándolo en la boca.
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Ambos ríen, Carlos la coloca en el piso y ven a Alicia bajado por la escalera, los recibe muy seria y en cuanto los saluda, sube a su recámara, a pesar de que Margarita con el rostro transfigurado por una ira mal contenida, le ordena a gritos:
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-¡Alicia! ¡baja ahora mismo a preparar la cena! ¿no ves que llegamos cansados y hambrientos?
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Al ver que Alicia no baja, Margarita, ahora con una expresión de dulzura, le dice a Carlos acariciándole la mejilla.
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-No le hagas caso, Alicia siempre me ha tenido envidia porque yo sí era hija de mis papás y no adoptada, como ella.
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Entran a la cocina y Margarita se pone un delantal con dibujos de Margaritas, abre el refrigerador para ver qué hay para cenar y comenta enojada,
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-Mugre Alicia, no se ha ocupado ni de comprar comida.
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Con lo que encuentra empieza a preparar la cena, mientras, platica con Carlos, que está sentado en un banco, junto a la mesa de la cocina.
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-Mis padres fueron muy generosos con Alicia a pesar de que no era su hija y nos heredaron la casa a ambas por partes iguales.
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A Carlos no le hace gracia el comentario y Margarita, sin darse cuenta, prosigue y le advierte:
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-Vamos a tener que soportar la presencia de mi hermana, porque la casa es también suya; cuando murió mi mamá, sólo dos meses después que mi papá, tuvimos que alquilar el pequeño, frío y oscuro departamento de la parte de atrás de la casa a Patricia – voltea a verlo y le dice sonriendo, con un sartén en la mano -qué bueno, porque por ella te conocí.
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Sigue preparando la cena y explicando,
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-Tuvimos que hacerlo para poder solventar nuestros gastos, pero eso fue hace 6 meses y ahora ya no tendremos problemas, puesto que, en cuanto tú encuentres trabajo, contaremos con tu sueldo.
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(a Carlos le hace menos gracia este comentario), Margarita, inocente, continúa informándole:
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-Cuando nos casamos, cariño, llegué a un acuerdo con Alicia y a cambio de que yo estoy trayendo a una persona a vivir a la casa de ambas, Alicia se quedará con todo el dinero de la renta del departamento.
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(a Carlos le hace todavía menos gracia escuchar que la renta de ese departamento, la va a disfrutar Alicia al 100%).
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-Al fin que yo ya tengo un esposo que me mantenga, voltea, feliz, a ver a Carlos y éste le sonríe no muy convencido.
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Al día siguiente Margarita va al súper y Carlos está leyendo en la sala en el sillón individual. Alicia baja en camisón muy sexy, Carlos la mira apreciativamente y ella se le acerca muy provocativa, le quita el periódico y lo tira al suelo…
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Se escucha cerrar el zaguán y Alicia y Carlos se levantan del sofá apresuradamente arreglándose la ropa que conservaron puesta y poniéndose la que dejaron tirada en el suelo entre el sillón y el sofá, Llega a Margarita y los saluda, inocente, a Carlos con un beso apasionado, y preguntando a Alicia con una mirada hosca.
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-¿Ya lavaste los baños? – Alicia se da media vuelta y sube.
…
Patricia, la inquilina del departamentito, mujer desenfadada y sensual, va a visitar a Margarita (que está haciendo la comida).
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-Hola Margarita, ¿me invitas un café?
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-Claro Paty, siéntate mientras lo preparo.
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Ambas se sientan en la cocina a tomarse el café y Patricia da un sorbo y dice:
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-De verdad, que nunca me cansaré de repetirte que te envidio tu casa y tu amplia y asoleada cocina.
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-Pues mira, tu casa tendría más luz si le cambiaras esas tétricas cortinas negras.
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Patricia no se molesta en responder; entra Carlos, saluda a patricia y ésta lo mira, cuando Margarita no la ve, como si también le envidiara el marido, él la ignora.
…
Desde su obscuro departamento, Patricia espía a las dos hermanas y a Carlos, quien aún no ha buscado trabajo; están comiendo en la cocina. Mientras los observa, dibuja algo en un cuaderno, termina, sonríe malignamente y lo cierra.
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En otra ocasión, también tras su ventana, abre su cuaderno y observa dos dibujos: uno de Carlos y Margarita casándose y otro de Carlos haciendo el amor con Alicia en la cama de Margarita. Pasa las hojas y en una hoja en blanco dibuja la escalera de la casa de las Caballero y la punta de un árbol de navidad, con su estrella.
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Llega la época de Navidad, Alicia está en la sala adornando el árbol de navidad junto al escalón que divide la sala del hall de la escalera, a su derecha, en la sala, y frente a ella, hay una chimenea encendida, arriba de la chimenea un reloj de pared marca las 1:50 am; un arco sobre el escalón divide la sala del hall y el arranque de la escalera, que también están a la derecha de donde Alicia arregla el árbol.
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Para colocar la estrella en la punta, sube el escalón del hall, luego baja, se instala de frente a la escalera y sigue adornando el árbol. Carlos entra tiritando por la puerta de la sala que está atrás de Alicia, se quita el abrigo, la bufanda y los guantes, comenta que es la noche más fría del año y, dirigiéndose hacia Alicia, le pregunta.
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-¿Por qué estás arreglando el árbol tan tarde?
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-No podía dormir y le quiero dar una sorpresa a Margarita, que ya está dormida.
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Carlos se coloca entre ella y el árbol, se ven a los ojos, ambos se excitan; Carlos se acerca más,
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-Preciosa, quítame el frío.
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La abraza y la besa apasionadamente en la boca, le quita el grueso suéter y sin dejar de besarla empieza a desabrocharle los botones del vestido, que se encuentran en la parte trasera del vestido.
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Carlos está de espaldas a las escalera; lleva tres botones desabrochados cuando Alicia, que está de frente a las mismas, ve a Margarita (en camisón de franela y envuelta en un chal) bajando. Alicia trata de separarse, pero Carlos no la suelta, porque no ha visto a su esposa, ella, al verlos abrazados y besándose se queda paralizada por unos segundos y después, dejando caer el chal, lanza una exclamación y termina de bajar la escalera corriendo y gritando insultos para Alicia.
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-¡Maldita seas! ¡mal nacida! ¡desgraciada!
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Carlos, al verse descubierto, suelta a Alicia y baja la cabeza apenado.
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Margarita desgañitándose y llorando histérica, increpa a Alicia, acusándola por todo lo que le ha hecho.
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-¡Maldita!, no sólo me quitaste a mis padres, sino también me estás quitando a mi marido.
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Y la abofetea varias veces mientras le grita,
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-¡Sal de mi casa, maldita infeliz!, ¡lárgate! ¡fuera de mi casa!
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El reloj marca las 2:00 am. Alicia llorando compungida, trata de tomar su suéter, pero Margarita lo avienta a la chimenea, Alicia, acercándose a la chimenea trata de sacarlo, pero ya se está quemando, entonces intenta subir por su ropa y un abrigo, pero Margarita colocándose en su camino, no le permite subir por sus cosas, ni siquiera por el abrigo, la sigue insultando a gritos, se acerca a ella y le jala el pelo, arrastrándola hasta más cerca de la chimenea.
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Ahora están junto a la chimenea, Alicia teme que la arroje a las llamas, entonces Alicia, que al principio se sentía apenada y estaba llorando de vergüenza, ante la reacción, los insultos y la amenaza de Margarita, recuerda en tropel cómo la trataba cuando eran niñas,
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Alicia recuerda cuando eran niñas y Margarita le jalaba las trenzas antes de encerrarla en el clóset y cómo le gritaba que era hija de un chofer, cómo la forzaba a hacer ella sola lo que debían hacer ambas, cómo la golpeaba y ya huérfanas, cómo la trataba como si fuera su esclava.
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Alicia se enfurece, deja salir todo el odio acumulado y en un arranque, gritándole,
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-¡Te odio, te odio, siempre te he odiado!
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Se estira, pues Margarita aún la tiene agarrada del pelo, toma el atizador de la chimenea y golpea a Margarita en la cabeza hiriéndola de muerte en la frente, Margarita cae, balbucea palabras ininteligibles y muere.
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Carlos, que se había quedado quieto y muy atemorizado, se hinca junto a Margarita y trata de revivirla, la acaricia y habla con ella tratando de hacerla reaccionar.
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Alicia, asustada por lo que acaba de hacer, se queda paralizada con el atizador en la mano, pero recupera el movimiento unos segundos después, lo avienta y sale corriendo despavorida de la casa, deja el zaguán abierto, atraviesa la calle, sin fijarse y es atropellada por un tráiler que venía a toda velocidad.
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Desde la sala, donde contempla angustiado a su esposa muerta, Carlos escucha los frenos, un grito de mujer y el golpe
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Patricia, que espía desde su casa, escondiéndose tras una cortina negra, al oír el ruido sale a la calle corriendo y Carlos la oye gritar:
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-¡Está muerta!, ¡la atropelló aquel tráiler!
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Regresan del panteón, del entierro de ambas hermanas; en la sala, aún se ven los ocho cirios, 4 alrededor de cada uno de los lugares, ahora vacíos, adonde estuvieron colocados cada uno de los dos féretros. Patricia funge como anfitriona, atendiendo a la poca gente que regresó del panteón con Carlos.
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Gloria, la hermana de Carlos, va a la cocina, donde Patricia está lavando platos (usando el delantal de margaritas de Margarita).
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-Oye Patricia, te agradezco tu ayuda en estos momentos de pena y te pido que cuides a mi hermano, ahora que se ha quedado solo.
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Patricia acepta, sellando el trato con un abrazo y dejando correr unas lagrimitas.
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-Para eso son los amigos, no te preocupes, yo veré que esté bien atendido- le dice con cara de circunstancias y palmeándole suavemente el hombro.
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En la sala, lejos del patio donde está Carlos sentado mirándose los zapatos, hay cuatro vecinas chismosas, dos susurran que Carlos va a extrañar mucho a su esposa y otra, con segunda intención dice:
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–Y más a su cuñada, ¿no creen? – todas ríen y una le responde,
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-Qué mal pensada eres.
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Regresa Gloria de la cocina, las ve enojada y apretando los labios, va hacia donde está su hermano y se despide.
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Las vecinas aprovechan y se despiden también. Patricia sale de la cocina, secándose las manos en el delantal y quitándoselo, para despedir a todas.
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Gloria, al tomar su bolsa del sillón donde la había dejado, tira el cuaderno de dibujo de patricia, que al caer se abre en el dibujo del árbol de navidad, pero ahora completo, con Alicia golpeando a Margarita en la cabeza con un objeto largo y delgado y el siguiente dibujo es de un enorme trailer, del que sólo se ve el frente, atropellando a Alicia.
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Patricia la ve y corre a arrebatarle el cuaderno, explicándole,
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-Acostumbro dibujar las cosas que me impactan- Gloria le devuelve el cuaderno, mueve la cabeza desaprobando y se despide.
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Al acomodar el cuaderno, Patricia mira con deleite su último dibujo: ella misma, en la sala de la casa de las Caballero, con los brazos abiertos y la cabeza echada hacia atrás, riendo feliz. Regresando a la realidad, se da cuenta de que ya todas se despidieron y se apresura a acompañarlas al zaguán.
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Cuando ya todas han salido, Patricia cierra la puerta detrás de la última vecina, sonríe para sí misma, voltea, ve a Carlos en el patio y corre a sus brazos, él exclama:
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-Al fin solos– y tomándola en brazos, atraviesa con ella la puerta de la casa grande y Patricia, antes de cruzar el umbral lanza una mirada de desprecio hacia su departamento, mira hacia la fachada posterior de la casa de las Caballero y exclama:
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-¡Al fin mía!– cerrando los ojos con deleite.
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Entran, se cierra la puerta…
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Puebla de Zaragoza, 19 de agosto, 1996, © Silvia Eugenia Ruiz Bachiller.
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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.
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