© condiciones al final
CAPÍTULO XI «LA TERAPIA»
SIN SOBRE
Quien convertir pretenda de improviso
El amor terrenal en culto eterno,
Necesita labrar un paraiso,
Sobre la oscura sima del infierno.
¿Ves ese sol que llena de alegría
El cielo, el mar, el bosque y la llanura?
Él trae a los mortales cada día
Nuevas dichas y nuevas amarguras.
Cada alma tiene un libro que atesora
Sus afectos; en él, sin vano alarde,
¡cuanto nombre se agrega en cada aurora!
¡cuanto nombre se borra en cada tarde!
Juan de Dios Peza
***
Alma, la protagonista, habla con su amiga y terapeuta Verónica, empieza hablando Alma:
(…)
-Eso es bueno, el que duda y busca respuestas aprende más; pero volviendo al tema, lo que tú no aceptas es que yo crea en la reencarnación…
-Yo no debo aceptar o rechazar tus creencias…
-Pero lo haces y esto ya más que terapia es polémica – no permitió que Verónica contestara – y me parece bien, es más, pensaba proponerte que dejemos todos los rituales de la terapia y sencillamente externemos nuestras opiniones, te aclaro que yo no trato de convencerte de nada, pero sé que tú quieres que «vuelva al redil» y me hace bien escucharte, porque tú eres como el «abogado del diablo» que yo misma trato de ser, pero estoy tan inclinada a mis nuevas creencias, que se me dificulta ver las cosas desde mi anterior punto de vista …
Y quiero decirte que no he salido de él, sino que simplemente dejé de ser, como científica, un espíritu masculino que no puede ser fecundado por un elemento extraño; ahora, en cuanto a mis convicciones, me he vuelto un espíritu femenino, mi mente se ha tornado más receptiva y fructífera y acepto, sin dejar lo mío, ser fecundada por lo ajeno y gestar lo diverso, dándolo a luz bajo una forma propia, es decir: después de la tesis científica occidental que tenía, estoy conociendo la antítesis (sabiduría oriental) y estoy dándole forma a mi síntesis; de nadie más, sólo mía.
Eso es, en mucho lo que hizo Carl Gustav Jung.cuando conoció a Wilhelm Reich.
-Otra vez Jung.
-¡Claro!, él reconocía lo profundo de la sabiduría china, pero sabía que no era posible apropiarse de la sapiencia oriental sin reflexionar, abandonando totalmente la ciencia occidental – la miró inquisitiva – ¿aceptarías hipnotizarme y hacerme estas preguntas, como quedamos la vez pasada? – le tendió unas hojas,
Verónica las tomó.
-Está bien, como quieras… Ponte cómoda, cierra los ojos, respira profundo… A la cuenta de tres vas a ir al nivel más profundo de tu mente… – leyó – el nivel cósmico; pedirás permiso para entrar a la cuarta dimensión y para tener acceso a los archivos Akáshicos. Avísame cuando estés lista. Uno…dos…tres.
Alma respiró profundamente; su expresión, ya de por sí tranquila, se llemó paz y pasados unos segundos respondió:
-Ya estoy en la cuarta dimensión.
(…)
la observó un instante antes de continuar; al constatar que estaba en un nivel muy profundo de conciencia, siguió leyendo
-¿Has reencarnado más de una al mismo tiempo que Edgar?
-Sí.
-¿Cuantas veces?
Alma no contestó de inmediato, pero unos segundos más tarde, con voz más tranquila respondió
-Ciento veintitrés.
Verónica no se esperaba esa respuesta, pero reponiéndose de inmediato de la sorpresa, siguió preguntando lo que Alma había escrito.
-¿En cuántas de esas vidas han sido pareja?
-En cien – ahora ya había seguridad en su voz.
-¿Hay alguna razón para que sean tantas? -preguntó por su cuenta.
-No son muchas… sí hay razón; somos almas gemelas, la mitad perfecta que le corresponde a cada quién; queremos llegar al estado superior, pero hemos tenido (como todas las almas) tropiezos en el camino; a veces él, a veces yo… Además de amarnos mutuamente (por que al hacerlo nos amamos a nosotros mismos), también somos como un ayudante del Angel Guardián del otro y a veces sólo nos unimos para ayudar o salvar a nuestra otra mitad y nos separamos para seguir nuestra tarea en el camino hacia la perfección.
-¿Por eso es que siempre se separan tan pronto?
-Sí; como toda alma completa tenemos una misión en la tierra, que llevaremos a cabo en una larga o corta serie de vidas, esa tarea consta de muchas etapas y aspectos; en algunas encarnaciones ya hemos hecho cosas importantes, otras se nos han pasado sin pena ni gloria, pero esas nos retrasan; en algunas hemos pagado con sufrimientos lo que debíamos de vidas anteriores.
-¿Todavía les quedan muchas encarnaciones por vivir?
(…)
Lo que respondió Alma, lo encontrarás en la novela Tu y Yo Siempre: