“Tú y Yo… Siempre” Capítulo XIII “Intervidas”

© condiciones al final
 Escribí mi novela «Tú y Yo Siempre» basándome en regresiones a vidas pasadas espontáneas (sin saberlo), la terminé pero no la publiqué debido a situaciones familiares, pero sí inicié una exhaustiva investigación sobre las regresiones, que seguí teniendo, pero ya voluntariamente (la mayoría) y además me convertí en Canal de un Maestro Ascendido. Años más tarde, después de muchas regresiones, e investigaciones, sumadas a los conocimientos que me da mi guía espiritual, le aumenté a la novela varios capítulos, éste es uno de ellos.
Sí me basé en Platón y su «mito» (ECM) de Er para este capítulo, pero es una versión mía a la que le añadí los conocimientos dados por mi guía y las conclusiones de muchas regresiones e investigaciones.

El mito de Er

https://aquevineadondevoy.wordpress.com/2014/04/17/platon-la-republica-y-el-mito-de-er-her/

En la novela Tu y Yo Siempre incluyo conocimientos, en forma novelada para hacerlos más amenos, pero los conceptos espirituales ahí vertidos son experiencias y vivencias propias, con un hilo conductor de una pareja de almas gemelas, cuya historia de su actual encarnación si es pura novela romántica.

FRAGMENTOS DE UN CAPÍTULO DE MI NOVELA TU Y YO SIEMPRE, GRATIS.

 (Una plática entre Alma -la protagonista- y su amiga escéptica Sandra)

 

-Así que cuéntame las novedades- Sandra la había ido a visitar cuando escuchó de su relación con Javier, pues sabía perfectamente lo enamorada que estaba de Edgar.

-Ya sabrás que Javier y yo…

-Lo acabo de saber, pero no podía creerlo. ¿Así que es cierto? ¿y Edgar?

(…)

-Así es, aunque tal vez según tú no lo sea tanto; pero he encontrado respuesta a muchas de las interrogantes que tenía.

-¿Cuales interrogantes?

Alma la observó, creyó notar más apertura en su amiga y decidió hacerla partícipe, hasta donde fuera posible, de lo que había averiguado con Verónica.

-Muchas, pero la principal es ¿por qué esa atracción tan fuerte e instantánea?

-Eso es muy común, y tú lo sabes.

-Claro, pero ahora me explico la causa primigenia de ese tipo de atracciones a primera vista, y no me pongas esa cara, porque SÍ voy a hablar de la reencarnación – la miró beligerante.

Sandra hizo un esfuerzo para cambiar de expresión, porque aunque sí quería saber más, no le era fácil oír a su amiga, la lógica, la razonable (antes de Edgar) hablar de esos temas.

-Continúa.

-Bien, todos los conceptos e ideas que voy a mencionar los conocemos los terapeutas -Sandra no lo era, pero había estudiado sicoanálisis- no te voy a decir nada nuevo, siempre y cuando los veas desde un punto de vista más amplio.

Por ejemplo, al hablar de traumas, sabemos que los que ha experimentado una criatura volverán a aparecer como tema de sus juegos, o más tarde en su vida adulta, hasta que domine el miedo ligado a la experiencia; tratándose de «mujeres que aman demasiado» la situación es la misma: reproducimos una y otra vez las relaciones desventuradas con el propósito de hacerlas manejables, de vencerlas…

-¿Cuantas relaciones así has tenido?

(…)

Sandra no acababa de creer en la reencarnación, pero la explicación que le daba su amiga le sonaba coherente… siempre y cuando pudiera aceptarla. Alma prosiguió.

(…)

Ahí está la explicación del «amor a primera vista» y de que mientras no viviéramos todo el amor que sentíamos uno por el otro, no nos era posible separarnos.

-Pero al fin lo hicieron.

(…)

-La razón de esas repeticiones es que todos tratamos de vencer los miedos, enojos y frustraciones pasados y darnos por vencidos es renunciar a una oportunidad de rectificar lo que hicimos mal y de encontrar alivio.

-Esos son fundamentos sicológicos que explican nuestro impulso inconsciente de volverlo a hacer a pesar del dolor que eso nos origina, pero también son los fundamentos de la Ley del Karma… la sicología no descubrió el hilo negro, eso los saben los hinduistas, budistas, etc. desde hace miles de años. Esa es la razón de que tanta gente no pueda dejar de repetir y repetir hasta lograr procesar todo el dolor.

-Eso ya lo sabemos, pero a mí me suena fatalista que estemos marcados desde otras vidas.

-No, si lo analizas bien. Es más fatalismo decir que en tu edad adulta tienes que volver a sufrir lo que sufriste en la niñez, ¿es que el haber padecido algo que tú no originaste merece castigo?, te has preguntado ¿por qué algunos tienen padres que les causan traumas desde que nacen?, ¿qué pecado cometieron si acaban de nacer?… Mi explicación es más lógica: si hicieron algo mal en otra vida, en esta lo vinieron a pagar. Tan sencillo como eso.

(…) ¿no te parece más fácil pensar que cada uno de nosotros escoge lo que va a sucederle?

-¿Fácil?, no, en lo absoluto; además, ¿de dónde sacaste la idea?

-¿Recuerdas que desde niña cuando necesito resolver algún problema y no me es posible hacerlo por los medios normales, la respuesta me llega con un sueño coherente y clarísimo?

-Sí, me acuerdo que al principio me burlaba de ti porque no te creía, pero después sentí envidia cuando me di cuenta de que era cierto (…)

-Bueno, pues después de estar varios días tratando de analizar esas situaciones repetitivas de tantos pacientes (hombres y mujeres), y principalmente las mías, sin lograr ir más allá de que se repiten situaciones porque se tienen que pagar cuentas de otras vidas hasta que queden saldadas…

-Todo eso está bien, pero sólo están alargando el origen hacia atrás, yo pregunto ¿por qué empezamos a sufrir?

-Para eso también encontré una respuesta querida amiga: tenemos que vivir lo mismo que hicimos, pero en la situación contraria.

Por ejemplo: si un hombre viola, después nacerá mujer y será violada; si mata nacerá para ser asesinado; si maltrata también será maltratado; si debe ser víctima, encontrará su victimario.

Esa es una de las respuestas a por qué a veces esas parejas se atraen a primera vista sin mediar más nada, y por qué algunos siguen juntos a pesar de que sufren al hacerlo: porque ya se escogieron desde antes de nacer. Pero lo que quiero compartir contigo es un sueño que me explicó todo, y que escribí, porque es uno de esos sueños aclaratorios de los que ya hablamos – Fue a la recámaray trajo varias hojas que le dio a Sandra, ésta leyó:

 

-«Veo el momento de mi muerte. Mi alma sale del cuerpo y se encamina hacia un lugar nebuloso, pero al mismo tiempo luminoso, en donde hay muchas computadoras manejadas por hombres y mujeres muy jóvenes, vestidos con túnicas blancas.

Cuando llego con uno de ellos, pregunta mi nombre, oprime una tecla y de la impresora salen varias hojas llenas de datos.

Me da las hojas y veo que es mi historial: muchas fechas cada una seguida de un nombre (Rahab, Rasputín y otros) y un lugar: Jericó, Siberia, Nueva Orleáns, etc.) y después tres columnas en las que están enlistados mis buenos actos, los malos y el saldo deudor o acreedor de cada vida. Al final está el saldo global en números rojos, por lo cual intuyo que voy a tener que pagar.

Llego con los jueces que están detrás de los jóvenes y entrego las hojas; las comentan y me dicen que tengo una tarea que hacer porque salí de mi cuerpo antes de tiempo y debo regresar a realizar algo que se tomará como pago parcial de mi deuda. Acepto gustosa.

Me ordenan colocarme a la entrada de un túnel con cuatro diferentes corredores: a la izquierda todo es azul y hay dos «bocas», una va hacia arriba y la otra hacia abajo; a la derecha todo es dorado y también hay dos accesos, uno que asciende y otro que desciende.

Mis órdenes fueron observar y recordar todo lo que viera.

Según llegaban las almas con sus listados y su sentencia, eran enviadas a uno de los túneles. Las que tenían saldo acreedor (muy pocas) eran enviadas hacia arriba del azul o del dorado; las otras tenían que ir hacia abajo, de cualquiera de los dos.

De los corredores ascendentes bajaban las almas ya purificadas y luminosas y de los otros subían sucias y tristes; después todas se dirigieron hacia un anfiteatro al aire libre. Cuando estuvo lleno, salió al foro un ángel para informarles que estaban a punto de  renacer, y que podían escoger su vida futura, según sus méritos o culpas, basándose en los modelos que aparecerían, con su clave respectiva, en las pantallas que cada quién tenía delante.

Al elegir su próxima vida anotarían el código correspondiente, así como también las claves de lo que querían pagar de su deuda y con qué clase de sufrimientos o trabajos lo harían. Asimismo deberían apuntar con qué personas queridas u odiadas deseaban reencarnar, y en caso de que los elegidos lo aceptaran, renacerían en grupo;  de no ser así, las deudas de uno y\o del otro quedarían pendientes hasta una próxima existencia en que ambos quisieran saldar sus cuentas.

Al terminar, pasarían al recinto contiguo a recibir más instrucciones.

Se apagó la luz y en las pantallas fueron apareciendo los modelos de todas las vidas imaginables: desde presidentes y mandatarios (que podían terminar en el exilio y la miseria, o en grandes reconocimientos), hasta vidas oscuras llenas de pobreza e ignorancia en algún barrio bajo de cualquier ciudad; pasando por campesinos o indígenas de zonas olvidadas por la civilización y también genios, científicos, artistas, vendedores, amas de casa,artesanos, maestros, etc. … había de todo y con todos los finales imaginables e inimaginables, posibles e imposibles.

Claro que para cada quién había un cierto rango dentro del cual escoger: no todos podrían ser genios o políticos famosos. Pero todos tenían muchas opciones.

Después pudieron ver en sus monitores a todos sus seres queridos y odiados y también una gran gama de goces y sufrimientos.

Las almas debían elegir el modelo de vida que querían, las personas con las que deseaban encontrarse, y los deleites y padecimientos que preferían, con las claves correspondientes; también decidían cómo iban a terminar esa existencia.

Las que quisieran «quemar etapas» podrían pedir varios modelos y sus vidas tendrían tantos cambios como patrones hubieran solicitado. Un alma podría elegir ser mujer, pobre, maestra, ama de casa y pintora, y nacería como niña humilde que llegaría a ser maestra, se casaría y después (dependiendo de los dolores que seleccionara) por divorcio o viudez, llegaría a ser pintora (si optara por tener goces como tal, sería rica y famosa).

Otra alma podría decidir ser hombre, rico, pobre, ignorante, erudito, vendedor, escritor y monje; nacería entonces en familia opulenta, quedando huérfano y pobre, teniendo que ganarse la vida como vendedor sin aspiraciones; después tomaría los hábitos jesuitas, para, como tal, ser un escritor erudito.

Esas vidas serían la delicia de cualquier novelista: protagonistas que van de un extremo a otro; se elevan y caen; sufren y gozan, experimentando situaciones y sentimientos totalmente opuestos y encontrados, todos dentro de una sola existencia.

Pude darme cuenta de que en ese momento de elección, cada uno de nosotros tiene en sus manos la decisión de cómo será su futura vida y lo curioso es que casi todos optaban por existencias muy semejantes a la anterior: la sirvienta seguiría siéndolo; la monja y el obrero lo mismo. Aunque cambiaran de sexo, lo cual no ocurría siempre, en general escogían lo ya conocido, con muy pocos cambios.

Entonces me expliqué el por qué de tantas y tantas vidas por las que hemos de pasar, si al escoger no salimos de lo mismo; pero también supe la razón de ello: si dejamos deseos, frustraciones y miedos pendientes en una vida, tenemos que eliminarlos para quedar libres de esas cicatrices en las siguientes. Esa es la razón por la cual repetimos una y otra vez vidas similares (así como en cada existencia reproducimos hechos y actitudes) buscando satisfacer deseos que han quedado sin resolución, en la eterna búsqueda de la felicidad y el no-deseo, y eso se logra hasta que todos los deseos han quedado satisfechos.

Así, por medio de códigos elegían qué deudas pagarían y cuáles quedarían pendientes (a pagar en «cómodas reencarnaciones», con intereses y tal vez hasta con «embargos» y quizá aún con «cárcel»); también decidían las deudas que adquirirían en pago de los bienes (reales o ficticios) que quisieran adquirir. Lo único que no se podía determinar era el monto de lo que debían pagar por «mala conducta», ni cómo lo iban a hacer, pues esos cargos se harían conforme el alma fuera llevando a cabo sus malos actos.

Una vez que todos anotaron sus respectivas claves, pasamos a un salón contiguo, en donde les dieron a beber una gota del «agua del olvido», para iniciar su próxima vida sin recuerdos (conscientes), que a la vez que inútiles y dolorosos, serían molestos, porque siempre que tenemos cambios (de casa, pareja, ciudad, etc.) añoramos lo bueno de lo que teníamos, sin recordar lo que no nos gustaba, y tendemos a comparar, sintiéndonos a disgusto con lo actual: un soldado del Imperio Romano que renaciera como repartidor de diarios en Nueva York en la última década del siglo XX, ¡jamás se acostumbraría! El olvidar lo pasado es para nuestra comodidad y beneficio; si antes vivimos en la playa y ahora en la montaña, no añoraremos el mar, y viceversa.

A mí no me dieron la gota del olvido, porque mi tarea consistía en regresar a mi vida actual y contar lo sucedido.

Las luces se apagaron se sintió una sacudida y cada uno de nosotros fue a encontrar su destino: los demás a sus nuevas vidas, atraídos por un óvulo acabado de fecundar, y yo a mi existencia actual.

Sandra terminó de leer y levantó la vista con una interrogación en la mirada. Alma aclaró:

-Una sensación de caer de una gran altura me despertó en mi cama, vi el reloj: no habían pasado más de 90 minutos desde la última vez que lo había visto. Sin levantarme tomé la libreta y la pluma que siempre tengo en el buró para estos casos y empecé a escribir.

-Me suena a Platón.

-No lo discuto, pero desconozco, al menos conscientemente lo que él haya escrito al respecto.

-¿Nunca leíste «La República»?

-No que yo recuerde – le sonrió – al menos en esta vida.

Sandra la contemplaba sin decidirse si creer, rechazar o preguntar.

-Sé que es muy simbólico, pero es claro y coherente. Alguien de otra época o cultura no habría visto computadoras, pero lo que importa es que fue la respuesta a muchas de mis interrogantes.

(…)

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Silvia Eugenia Ruiz Bachiller, Autora de “TÚ Y YO SIEMPRE”, novela romántica. La historia de amor de Almas gemelas, su karma, reencarnación y regresiones a vidas pasadas.

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Tú y Yo Siempre

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3 pensamientos en ““Tú y Yo… Siempre” Capítulo XIII “Intervidas”

    • Hola Danlieli, primero que nada debo confesar que en cuanto al tema de Jesús aún no me es posible ser objetiva, soy muy subjetiva y en cuanto a Magdalena, mucho más, yo no acepto lo que se dice que era su mujer o su esposa y que tuvieron descendencia, eso lo inventaron los merovingios para hacerse pasar como descendientes de Cristo, mera política,

      Después Dan Brown aprovechó eso y todo lo que se dice de Da Vinci, para hacer una novela muy buena, pero no deja de ser eso: novela.

      Por otro lado, si Jesucristo no era humano, y tenía una misión tan especial en la Tierra, no debía mezclar sus genes con genes terrestres.

      Podría escribir muchos posts al respecto, pero es un tema muy delicado y lo haré cuando esté preparada para ello. Disculpa si no te doy más datos por el momento.

      Saludos 🙂

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